Do you know me? || Hunter Hamilton

Seguro has oído hablar de Roxanne. Es la perra que mueve sinuosamente las caderas mientras camina llevando a sus hijos, sólo porque le gusta que los hombres se ratoneen con ella. Es cierto, le gusta que la miren, que observen sus curvas. Las más envidiosas la tildan de come-hombres, pues cuando su marido no está en casa siempre tiene a quien invitar a su cama, y gasta dinero en piezas caras de diseñadores y viajes exóticos por el mundo. Para que te hagas una idea, para gustos, colores; porque el mundo de Roxanne te dejará patas para arriba. Es exigente, no creas que su reputación se construyó sola.

Desde pequeña supo lo que quería para su futuro no era mas que dinero y el poder sensual de él. La idea de obtener lo que se le antojaba cuándo le daba la gana siempre le había sabido más que tentadora, de modo que no dudó en agarrar la mano de aquel millonario bonachón que pasó frente a ella y quedó embelesado con su belleza y con su personalidad tan compradora. Esto no quiere decir que sea una muchacha de pocas luces, ni mucho menos. Es lo suficientemente capaz como para haber escalado por su cuenta, creándose una buena imagen de si misma junto a su esposo. En aparencias se convirtió en una mujer muy conveniente para tener al lado. Capaz y educada, ambiciosa y decidida, es una mujer con muchas ideas en la cabeza y sabe diferenciar cuándo es el momento de actuar y de qué manera hacerlo. Camaleónica, una verdadera actriz, siempre estará manipulando la situación aunque no puedas verlo. Lo cierto es que le gusta tener el control de las cosas, manejar el orden del asunto, controlar al otro y manipularlo para que actúe como más le convenga.

Algunos la han llamado oportunista, para ella es el juego de la vida. Ni el casamiento ni la maternidad la privaran de vivir la vida como más le gusta, tiene su propio código, despreciando de alguna u otra manera las convenciones sociales y marcadas por otro. Así mismo rechaza la religión y los líderes de los de los partidos políticos y demás cosas.
Nadie puede culparla por haberse convertido en un ser libre, que desprecia el contrato tácito que supone el matrimonio y que no está dispuesta a cumplir. En silencio, desde luego, porque aun habiendo dicho lo dicho, teme perder la tenencia de sus hijos, hoy por hoy lo único bueno que hizo en la vida.

Pero Roxanne tiene un secreto que ha desgastado su matrimonio, su vida sexual se ha visto envuelta en un giro hace ya años, y el control se volvió casi una obsesión para sí misma. El mundo oscuro de la dominación la atrapa cada vez más, destruyendo su vida sexual con su marido y así su hogar, obligándola a salir a buscar, cada vez más, de ese placer que le brinda sentirse una verdadera ama.